Page 16 - Un Mundo Fuera Del Tiempo - Larry Niven
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Larry Niven Un mundo fuera del tiempo
En aquella habitación había tres cosas que le
llamaban la atención. Una era el hedor. Por lo
visto, los perfumes y los desodorantes habían
sido también un capricho pasajero. Pierce
parecía que hacía mucho que no se bañaba. Lo
mismo ocurría con aquella nueva y
perfeccionada versión de Corbell. Y en aquella
habitación, el olor resultaba muy fuerte.
La segunda eran las literas para el amor: eran
cuatro, dispuestas en un plano vertical, de
anchura doble y provistas de colchones más
gruesos. No servían para dormir, sino para
hacer el amor. Y lo más sorprendente es que
permanecían al descubierto, sin siquiera una
cortina de gasa que las ocultara.
Con los baños ocurría lo mismo.
¿Cómo podían vivir así?
Corbell se frotó la nariz y dio un respingo.
Inmediatamente se enfadó por haberse
sorprendido. Su propia nariz era grande,
carnosa y algo informe; la que acababa de
rascarse automáticamente, en cambio, era
pequeña, angosta, de tabique recto y afilado.
Era muy probable que se acostumbrara al olor y
a todo lo demás antes de habituarse a esa nariz.
Al fin se quedó dormido.
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