Page 40 - Dimension De Milagros - Robert Sheckley
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Levantó los brazos y empezaron a correrle gotas de
plomo derretido por las puntas de los dedos. Se adelantó
amenazadoramente y Carmody no pudo menos que
cerrar los ojos.
No sucedió nada. Carmody volvió a abrir sus ojos.
Según pareció, en ese breve lapso Karmodi había
reconsiderado la situación, desarmado; en ese momento
se alejaba con una sonrisa afable.
—Después de meditarlo mejor —dijo Karmodi
astutamente—, he resuelto renunciar a mi derecho. Con
un poco de prescindencia se obtiene grandes resultados,
especialmente en una galaxia tan desorganizada como
ésta. Carmody, puede ser que volvamos a encontrarnos o
no; no sé cuál de las dos alternativas sería más ventajosa
para usted. Adiós, Carmody. Feliz viaje...
Karmodi desapareció de una manera extraña pero
efectiva, poniendo un extraño énfasis en esas últimas
palabras.
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