Page 36 - Dimension De Milagros - Robert Sheckley
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—Comprendo  perfectamente  —repuso  Carmody,

          benigno.


                 —Entonces, ¿me entregará el Premio?


                 —No, de ninguna manera.


                 —¡Pero querido señor! Es mío, lo he ganado y es una


          cuestión de equidad...


                 —El  premio  no  es  suyo  —dijo  Carmody—.  Ciertas

          autoridades  debidamente  constituidas  eligieron  mi


          nombre;  es  decir,  la  Computadora  de  Lotería.  Un

          Mensajero  autorizado  me  trajo  las  buenas  nuevas  y  el

          Empleado  me  lo  entregó.  Por  lo  tanto,  los  otorgantes


          legales,  así  como  el  Premio  mismo,  me  consideran  el

          verdadero receptor.


                 —¡Así me gusta, chico...! —dijo el Premio.


                 —Pero, querido señor. Usted mismo ha oído que la


          Computadora  de  Lotería  admitió  haber  cometido  un

          error. Por lo tanto, según nuestra lógica...


                 —Debe expresar de otro modo esa afirmación —dijo


          Carmody—. La Computadora no admitió su error como

          un  acto  de  negligencia  sino  que  reconoció  que  fue

          cometido  con  un  fin  determinado  y  cierta  reverencia.


          Según su propia declaración, su error fue intencional y

          cuidadosamente  planeado  y  calculado  en  todos  sus

          detalles,  por  razones  religiosas  que  todos  los  afectados


          debemos respetar.


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