Page 323 - Kraken - China Mieville
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No  hay  más  conocimiento  más  allá  de  esa


             membrana, el menisco de la muerte. Lo que se ve



             desde  aquí  está  distorsionado,  refractado.  Lo


             único  que  podemos  saber  son  esas  imágenes


             apenas  vislumbradas  y  poco  fiables;  eso  y  los


             rumores. La cháchara. El cotilleo de los muertos: es


             la  reverberación  de  ese  chismorreo  contra  la


             tensión  superficial  de  la  muerte  la  que  oyen  los


             mejores  médiums.  Es  como  escuchar  secretos



             susurrados a través de la puerta de un retrete. Es


             un murmullo crudo y apagado.




                    Entendemos, intuimos o creemos haber oído y


             comprendido que hubo esfuerzo en ese lugar. Allí,


             en el inframundo  de Necher‐Jertet, los  vibrantes


             muertos juzgados del reino han sido adiestrados


             para la fe, lo bastante fuertes para darle a su vida


             post mórtem la forma de algo así como la fría e


             inestable imitación de su espléndida escatología.


             Un  cuadro  vívido  remedado  en  piedras,


             electricidad  y  gachas.  (¿Qué  función  de  ese



             material  post  mórtem  se  coagulaba  y  se  creía


             Anubis? ¿O Ammit, la devoradora de corazones?)




                    Durante siglos, los shabtis cumplieron con las


             tareas que se les habían asignado. «Aquí estoy»,


             decían  en  la  inestable  oscuridad,  y  araban  las


             tierras  no  cosechadas,  y  las  cultivaban,  y


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