Page 734 - Kraken - China Mieville
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habían tenido y perdido.




                    Los nazis del caos no eran nada, por supuesto.


             ¿Quién iba a temerlos ahora, ahogados, gritando y


             jodidos?  Los  autónomos,  los  cabezas  huecas  a



             tiempo  completo  y  otros  estaban  más  que


             dispuestos  a  hacer  méritos  para  optar  al  puesto


             recientemente  vacante  de  hombre  del  saco


             protagonista, y los piquetes de la UAM tenían un


             papel involuntario en estos violentos ensayos y los


             ataques a su vida laboral. Wati había salido de la


             habitación desde la que se divisaba todo Camden,



             entraba,  salía,  entraba,  reforzando,  arreglando  y


             fracasando.




                    —Al puto Tatuaje le ha dado diarrea mental —


             dijo  Collingswood—.  ¿Qué  está  haciendo?


             ¿Alguien ha hablado con él?




                    —No quiere —dijo Baron. Infló los carrillos y


             exhaló—. No lo encuentro, maldita sea.




                    —No  necesita  nuestro  permiso  —dijo  Vardy.


             Estaban los tres sentados como un grupo de apoyo


             para deprimidos.




                    —Vamos  —dijo  Baron—.  No  los  tengo


             trabajando  para  mí  por  su  imagen.  Hay  que


             hablarlo.





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