Page 744 - Kraken - China Mieville
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oscureciendo rostros dactilares. Nadie pasó por la
calle mientras estuvieron allí.
Desde dentro de las casas, la gente observaba
angustiada a los que llevaban los cascos y la noche
en el exterior. No hacía falta recabar detalles (y no
los tenían), para saber, de un modo
cuidadosamente tácito, que aquella maldita casa
del final de la calle llevaba mucho tiempo dando
problemas. Del coche más grande salieron dos
figuras más con casco, escoltando a un tercero,
escuchimizado. Con el pelo de punki y
aterrorizado. Tenía la boca tapada. Los guardias lo
condujeron, entre los dos, hasta la puerta
principal.
—Date la vuelta.
El hombre obedeció a aquella voz. En su
chaqueta habían cortado dos agujeros, a través de
los cuales miraban dos ojos de tinta. Sin avatares,
ni personajes pasados por el taller, ni micrófonos:
el mismísimo jefe.
—Su puta eminencia —dijo el Tatuaje. Su voz
era perfectamente audible, a pesar de la ropa que
vestía su portador. De cara a la calle, ajeno a la
disputa que tenía lugar a su espalda, el porta‐
Tatuaje se estremecía.
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