Page 746 - Kraken - China Mieville
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hizo que ganara peso otra vez. De haberla oído,


             uno se habría echado a temblar. Pero en la casa del



             mar nada sucedió.



                    —¿Crees que no te voy a dar guerra? —dijo el



             Tatuaje—. No te metas en mis asuntos.




                    De  haber  invadido  el  mar  los  pasillos  del


             mismísimo  Tatuaje,  la  afrenta  habría  sido


             demasiado  grave  y,  costara  lo  que  costara  (y  el


             precio  de  la  guerra  contra  un  elemento  era


             elevado),  el  Tatuaje  lo  habría  pagado.  Habría


             habido  lanzamiento  de  bombas  a  las  aguas,  que


             explotarían, dejando agujeros de vacío bajo las olas



             traumatizadas. Venenos asesinos de salmuera. Y


             aunque  el  Tatuaje  no  habría  podido  ganar,  el


             interés  del  mar  y  su  inobservancia  de  la


             neutralidad podrían haber extendido la guerra.




                    Pero nadie relataría el ataque sufrido por los


             despreciados  y  vilipendiados  nazis  como  una


             intromisión,  y  el  Tatuaje  no  encontraría  aliados.


             Era lo malo de contratar al coco. Ese era el motivo


             por el que el mar se había arriesgado a emprender


             tal acción. Naturalmente, la gente sabía que había


             estado  allí,  pese  a  haber  retraído  diligentemente



             hasta  la  última  molécula  de  agua  salada  de  las


             cuevas excavadas bajo la acera, las nuevas grutas




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