Page 852 - Kraken - China Mieville
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—Marge no está en casa. No recibe sus
mensajes. Y no sé qué hacía allí, en el doble juego.
Así que ¿qué quiere que hagamos?
Collingswood se tambaleaba a causa de la
oleada de funebridad que una vez bautizó con el
nombre de «Panda». El sobrenombre no
perduraba en su mente en aquellos días aciagos.
—Se nos ha ido todo un poco al traste, ¿eh, jefe?
Ahora ¿qué?
Contención era lo único que podían esperar en
una noche como esa, con tantas pequeñas guerras
en marcha. Solo podían intervenir donde fuera
posible, impedir algunas carnicerías, resolver
provisionalmente algunas consecuencias. La
locura de lo que (¿qué?; ¿el sufrimiento de algún
kraken, quizá?) parecía haberlo infectado todo. La
misma ciudad se estaba despedazando a sí misma.
De modo que Collingswood no hizo la
pregunta por elucidación (entrando a las ruinas de
la morada de la Piedra de Londres, las señales
inequívocas de que allí se había producido un
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