Page 860 - Kraken - China Mieville
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«You say it best, mmm, mmm it best». Boyzone


             no era uno de los favoritos del demonio del iPod,



             pero  le  estaba  susurrando  su  versión  al  oído


             bastante  animado.  Ese  era  el  tema  que  la  había


             mantenido a salvo en el breve instante en que notó


             que la conciencia de mamífero hambriento de uno


             de los dioses había reparado en ella.




                    Estaba en su esquina de arribista de Battersea,


             donde  había  bares  de  copas  que  permanecían


             abiertos  y  exhibían,  orgullosos,  carteles  de


             películas de serie B, y sentía el bum, bum del bajo



             de  la  música  de  baile  a  través  de  las  puertas,  a


             través de la acera y de sus pies. Había luces en las


             ventanas  de  las  oficinas,  gente  que  se  quedaba


             trabajando  hasta  tarde,  como  si  pasado  un  mes


             fueran a tener un empleo y el mundo fuera a seguir


             girando. Pandillas a las puertas de restaurantes de


             comida  rápida  y  cafeterías  que  pasaban  el  rato


             como  si  no  fuera  ya  más  de  medianoche,


             establecimientos que colindaban con los callejones



             que eran los conductos hacia la otra ciudad, que


             Marge  podía  oír,  superpuesta  a  la  incompetente


             imitación sobrenatural de la voz del cantante de


             Boyzone.




                    Las  calles  más  pequeñas  estaban  tan


             iluminadas  como  las  principales,  pero  eran


                                                                                                          859
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