Page 859 - Kraken - China Mieville
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con los informes acerca de los que, por lo que ella
sabía, debían de ser refugiados del taller del
Tatuaje (hombres y mujeres que vagaban
arrastrando los pies, desnudos y modificados, con
bombillas, diodos, altavoces y pantallas de
osciloscopios incrustados) que horrorizaban a
ciudadanos de a pie, cuyos argumento de que
debía de tratarse de un evento artístico solo podía
sostenerse por un período limitado de tiempo.
Collingswood se apoyó contra la pared a fumar
mientras sus compañeros inspeccionaban
apresuradamente la ciudad en busca de líos como
un cerdo a la caza de la trufa, para que ella pudiera
hacer algo por cuidar de Londres. Era mejor que
nada, pensaba. ¿En serio?, se preguntó a sí misma,
y, Sí, en serio, se respondió.
El mundo volvió a tambalearse. Se sacudió, en
el sentido de «ser golpeado», más que en el de
«desprenderse de algo». Marge lo notó. No había
vuelto a casa desde el Armagedón frustrado.
Había sitios donde podías estar, si no te importaba
demasiado. Ella no sabía si aún tenía casa, y si la
tenía, dio por sentado que había dejado de ser
segura, que había atraído la atención de la ciudad
agonizante.
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