Page 955 - Kraken - China Mieville
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pigmento. Lejía, entonces. Parecía haberse
asustado con ella. Llevaban botellas. Su arma más
primordial: un limpiahogar. Algunos portaban en
sus cinturones aerosoles rellenados a modo de
abultadas pistolas.
—Venga, vamos —le dijo por fin Billy a Dane.
Lo llevó hasta el coche. Ahora era él quien
conducía. Ni siquiera necesitaba indicaciones,
conducía como alguien que sabía lo que estaba
haciendo. Billy miraba a través de la ventanilla. No
miraba a Dane: no quería ver cambios. Observaba
todas las calles oscuras por las que pasaban; no
perdía la esperanza de que viniera el ángel de la
memoria, pero no había ninguna figura de cristal
y hueso bajo los árboles pelados que se mecían, los
toldos de los edificios de Londres, ninguna
calavera ni tarro rodando entre la pequeña caterva
noctámbula. Había gente a la carrera, pequeños
incendios.
—Dios —dijo Billy. Le habría gustado que Wati
saltara a toda velocidad de figura en figura y
regresara a la hawaiana que había en el
salpicadero del coche.
Aparcó cerca del complejo industrial que Dane
le había señalado en el mapa, junto a una verja
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