Page 963 - Kraken - China Mieville
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los  casos,  de  la  tierra  sin  almas,  entre  estatuas,


             donde había permanecido en coma. Volvió a caer



             en el silencio.



                    —Maldita sea —dijo Billy—. Wati.




                    No hubo nada más, y se les acababa el tiempo.



             Billy hizo señas y avanzó, arrastrándose, y Dane se


             arrodilló con él en la terraza que había debajo de


             la  ventana  grande  de  la  fábrica,  mirando  hacia


             dentro,              a       los         últimos              preparativos                   de


             Grisamentum.



































































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