Page 5 - El Ladrón Cuántico- Hannu Rajaniemi
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           El ladrón y el dilema del prisionero




           COMO  siempre,  antes  de  que  la  mente  bélica  y  yo


           empecemos  a  acribillarnos  a  tiros,  intento  entablar


           una conversación distendida.



           —Todas las prisiones son iguales, ¿no te parece?



           Ni siquiera sé si me oye. No tiene órganos auditivos


           visibles, tan sólo ojos, ojos humanos, cientos de ellos,


           en  los  extremos  de  unos  tallos  que  irradian  de  su


           cuerpo como una fruta exótica. Flota al otro lado de la


           línea resplandeciente que separa nuestras celdas. El


           enorme  Colt  plateado  que  sostiene  entre  sus


           sarmentosas                   extremidades                    prensiles              parecería


           ridículo  si  no  me  hubiera  disparado  con  él  ya  en


           catorce mil ocasiones.



           —Las prisiones son como los antiguos aeropuertos de


           la Tierra. Nadie quiere estar aquí. En realidad aquí no


           vive nadie. Sólo estamos de paso.



           Las paredes de la Prisión hoy son de cristal. Hay un


           sol a lo lejos en lo alto, casi como el auténtico pero no


           idéntico,  más  pálido.  Millones  de  celdas  con  las


           paredes y los suelos de cristal se extienden hasta el


           infinito a mi alrededor. La luz se filtra a través de las


           superficies transparentes y forma colores irisados en





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