Page 6 - El Ladrón Cuántico- Hannu Rajaniemi
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el suelo. Aparte de ellos, mi celda está desnuda, al
igual que yo: desnudo como vine al mundo, salvo por
el revólver. A veces, cuando ganas, te dejan cambiar
los detalles. La mente bélica ha tenido éxito. Hay
flores de gravedad cero flotando en su celda, bulbos
rojos, morados y verdes que brotan de burbujas de
agua, como caricaturas de sí misma. Malnacida
narcisista.
—Si tuviéramos retretes, las puertas se abrirían hacia
dentro. Las cosas nunca cambian.
Vale, se me empieza a agotar el repertorio.
La mente bélica levanta el arma muy despacio. Una
ondulación recorre sus tallos oculares. Ojalá pudiera
ponerle cara: el escrutinio de su tumescente bosque
de orbes me saca de quicio. No importa. Esta vez dará
resultado. Inclino el revólver ligeramente hacia arriba;
tanto mi lenguaje corporal como el movimiento de mi
muñeca sugieren la acción que realizaría si quisiera
deponer las armas. Hasta el último de mis músculos
grita «cooperación». Vamos. Créetelo. En serio. Por una
vez, seamos amigos…
Un parpadeo llameante: la negra pupila de su cañón
emite un fogonazo. Mi dedo brinca sobre el gatillo.
Resuenan dos truenos. Y acabo con una bala alojada
en la cabeza.
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