Page 8 - El Ladrón Cuántico- Hannu Rajaniemi
P. 8

lados de una tierra de nadie. Y a veces vuelven a las


           raíces y nos convierten en prisioneros (prisioneros en


           el sentido tradicional del término, interrogados por


           sujetos de mirada impasible) que deben elegir entre la


           traición y el código de silencio. Hoy el plato del día


           son los revólveres. No puedo decir que me muera por


           averiguar qué me depara el mañana.



           Vuelvo a la vida con un latigazo, pestañeando. Hay


           una  discontinuidad  en  mi  mente,  un  boquete  de


           bordes  irregulares.  Los  arcontes  te  alteran  la


           configuración  neuronal  cada  vez  que  regresas.


           Sostienen que, tarde o temprano, la piedra de amolar


           de  Darwin  terminará  por  limar  las  asperezas  de


           cualquier  prisionero  hasta  transformarlo  en  un


           colaborador rehabilitado.



           Si ellos disparan y yo no, estoy jodido. Si disparamos


           los dos, duele un poco. Si cooperamos, es Navidad


           para  ambos.  Sólo  que  siempre  hay  algún  incentivo


           para apretar el gatillo. En teoría, nuestros reiterados


           encuentros  deberían  fomentar  la  emersión  de  una


           conducta cooperativa.




           Unos cuantos millones de asaltos más y estaré hecho


           todo un boy scout.



           Claro que sí.



           Después de la última partida, el único resultado que


           refleja el marcador son mis huesos doloridos. Tanto la





                                                                                                                8
   3   4   5   6   7   8   9   10   11   12   13