Page 10 - El Ladrón Cuántico- Hannu Rajaniemi
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puntuación, una sensación cálida como un trago de


           whisky. La pared de cristal vuelve a interponerse entre


           nosotros.  Bueno,  ésta  ha  sido  fácil.  Pero  sigue  sin  ser


           suficiente para la mente bélica.



           —Eh, perdedor —dice alguien—. No está interesada.


           Hay alternativas mejores por ahí.



           El ocupante de la última celda es otro yo, repantigado


           en  una  tumbona  al  borde  de  una  piscina  con  una


           camiseta  de  tenis  blanca,  pantalones  cortos  y  unas


           enormes gafas de espejo. Tiene un libro en el regazo:


           Le bouchon de cristal. Uno de mis favoritos, encima.




           —Te ha vuelto a embaucar —continúa, sin molestarse


           en levantar la cabeza—. Otra vez. ¿Cuántas van ya,


           tres seguidas? Deberías saber que siempre busca el ojo


           por ojo.



           —Casi la pillo esta vez.



           —La idea esa del falso recuerdo de cooperación está


           muy bien —dice—. Salvo por el pequeño detalle de


           que,  en  fin,  nunca  dará  resultado.  Ni  los  lóbulos


           occipitales de las mentes bélicas son estándares, ni sus


           corrientes  dorsales  son  secuenciales.  No  puedes


           engañarla  con  ilusiones  visuales.  Lástima  que  los


           arcontes no concedan puntos por ponerle empeño.



           Parpadeo.












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