Page 749 - Herederos del tiempo - Adrian Tchaikovsky
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meses en órbita, aprendiendo cómo moverse en
gravedad cero, cómo andar con botas
magnéticas, aclimatándose a las náuseas y a la
desorientación de un ambiente tan hostil.
Nadie había mencionado combatir un ejército de
arañas por la supervivencia de la especie
humana, pero a Karst medio le parecía que
podría habérselo imaginado como una
ensoñación cuando era joven y el proyecto de la
Gilgamesh era solo una idea. Probablemente se
había visto a sí mismo de pie sobre el casco de
una poderosa y asediada nave colonial, con el
arma en la mano, rechazando a una horda
alienígena.
Ahora, en la esclusa, con su propio aliento
sonando ensordecedor en los oídos y los
reducidos confines del traje apretados y pesados,
no le parecía tan divertido como se lo había
imaginado.
La esclusa por la que estaban a punto de emerger
estaba dispuesta en el suelo bajo sus pies. Se
produciría un cambio de perspectiva vertiginoso
cuando salieran, enlazados entre sí e intentando
no ser lanzados al vacío desde el costado de la
nave por la fuerza centrífuga de la sección
giratoria. Luego tendrían que confiar en que sus
botas los sostuviesen, avanzando sobre una
superficie que trataría de expulsarlos
constantemente. Irónicamente, las cosas habrían
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