Page 752 - Herederos del tiempo - Adrian Tchaikovsky
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había al menos dos o tres que colgaban al
extremo de hilos y que estaban comenzando a
trepar en dirección a la escotilla. Karst apuntó con
su pistola. Estaba incorporada al guante, y era
una pieza de equipo tranquilizadoramente
sencilla, en general. En los páramos sin aire del
vacío, nada impedía el funcionamiento de un
propulsor químico si este contenía su propio
oxígeno, y el espacio era el paraíso de un
francotirador, pues su alcance quedaba limitado
solo por la curvatura del casco de la Gilgamesh.
Karst buscó algo inspirador o dramático que
decir, pero al final la vista de aquellos monstruos
correteando y reptando mientras movían sus
patas espasmódicamente lo horrorizó de tal
modo que solo pudo decir:
—Matad a esas jodidas cosas.
Disparó pero falló tres veces, intentando
acostumbrarse a la perspectiva surrealista y
confundiendo la distancia y el tamaño de su
objetivo, y con los sistemas de disparo de su traje
negándose testarudamente a rastrear a esas
alimañas. Entonces lo logró, y envió al vacío
dando vueltas a una de las bestias que aún
quedaban sobre el casco. Su equipo también
estaba disparando, con cuidado y
controladamente, y era obvio que las arañas
estaban completamente desprevenidas ante lo
que estaba pasando. Karst vio sus cuerpos
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