Page 194 - El hombre ilustrado - Ray Bradbury
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—Lamento, en cierto modo, que descendamos a la


           ciudad, para ocuparnos de seres de nuestra propia


           especie.  Esas  luces  azules.  Cuando  se  posaron

           alrededor de nosotros, y esa voz.



           El padre Stone se estremeció.



           El padre Peregrine lo tomó de un brazo. Caminaron


           juntos.



           —Y  sabe  usted  —dijo  el  padre  Stone  finalmente,


           con la vista fija en el hermano Matías que marchaba

           ante ellos, llevando cuidadosamente en los brazos


           aquella esfera de vidrio donde una fosforescencia


           azul  brillaba  para  siempre—,  sabe  usted,  padre


           Peregrine, ese globo…


           —¿Sí?



           —Es Él. Es Él, al fin y al cabo.



           El  padre  Peregrine  sonrió  y  juntos  descendieron


           por las colinas, hacia la nueva ciudad.









           LA ÚLTIMA NOCHE DEL MUNDO


           —¿QUÉ  harías  si  supieras  que  ésta  es  la  última


           noche del mundo?



           —¿Qué haría? ¿Lo dices en serio?



           —Sí, en serio.



           —No sé, no lo he pensado.










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