Page 191 - El hombre ilustrado - Ray Bradbury
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descubrió el modo de liberar el alma y la mente del
hombre, de liberarlos de las enfermedades
corporales, la melancolía, la muerte, las
transfiguraciones, los malos humores y la vejez, y
entonces tomamos esta forma de luz y fuego azul,
y comenzamos a vivir, para siempre, en el viento, el
cielo y las colinas, ya nunca orgullosos ni
arrogantes, ni ricos ni pobres, ni apasionados ni
fríos. Vivimos apartados de los hombres que
habitan este mundo. Nadie recuerda cómo ha
podido ocurrir. El método ha sido olvidado. Pero
no morimos nunca, ni hacemos daño a nadie.
Hemos dejado los pecados del cuerpo, y vivimos en
estado de gracia. No deseamos los bienes ajenos; no
tenemos bienes. No robamos y no matamos,
desconocemos la concupiscencia y el odio. Vivimos
felices. No podemos reproducirnos, no podemos
beber, ni comer, ni guerrear. Cuando abandonamos
nuestros cuerpos, abandonamos también las
sensualidades y las debilidades de la carne. Nos
hemos librado del pecado, padre Peregrine.
Nuestros pecados han ardido como hojas de otoño,
se han desvanecido como las flores sexuales de una
primavera roja y amarilla, han quedado atrás como
las noches sofocantes del más cálido verano. Y
nuestra estación es templada, y en nuestro clima
florecen los pensamientos.
El padre Peregrine se había incorporado, pues la
voz lo tocaba de tal modo que se sentía casi fuera
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