Page 193 - El hombre ilustrado - Ray Bradbury
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Y  en  seguida  los  globos  de  fuego  se  alejaron  y


           desaparecieron,  y  el  padre  Peregrine  era  un  niño


           arrodillado,  con  los  ojos  llenos  de  lágrimas,  que

           gritaba:



           —¡Vuelvan! ¡Vuelvan! —Y en cualquier momento


           el abuelo lo alzaría en brazos y lo llevaría escaleras


           arriba, a aquel dormitorio de un antiguo pueblo de


           Ohio…



           Los padres abandonaron las colinas. Caía el sol. El

           padre Peregrine volvió la cabeza y vio los fuegos


           azules que ardían a lo lejos. No, pensó, no podemos


           levantar una iglesia para vosotros. Sois la belleza

           misma. ¿Qué iglesia puede competir con el fuego


           de un alma pura?



           El padre Stone caminaba en silencio a su lado, y dijo


           al fin:



           —Yo  creo  que  hay  una  verdad  en  todos  los


           mundos.  Y  todas  ellas  son  partes  de  una  misma

           verdad. Un día todas se unirán como trozos de un


           gran  rompecabezas.  Ha  sido  una  verdadera


           experiencia,  padre  Peregrine.  Nunca  volveré  a

           tener  más  dudas.  Pues  esta  verdad  es  tan  cierta


           como la verdad de la Tierra, y ambas concuerdan


           entre sí. Iremos a otros mundos, y sumaremos las


           distintas fracciones de la verdad hasta que el total


           se alce ante nosotros como la luz de un nuevo día.


           —Es mucho decir viniendo de usted, padre Stone.









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