Page 316 - El hombre ilustrado - Ray Bradbury
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Apuesto a que si quisiera podría comprarse un
Podler Seis e ir a todas partes.
—¿Al cine, por ejemplo?
—¿Le parece mal?
—No… no…
—Oiga, ¿sabe como quién habla usted? —dijo la
mujer—. Como un comunista. Sí, señor. Nadie
aguanta aquí esa clase de charla, se lo aviso.
Nuestro viejo sistemita no tiene nada de malo.
Hasta hemos dejado que ustedes los marcianos nos
invadan sin levantar ni siquiera el dedo meñique,
¿acaso no es cierto?
—Sí —dijo Ettil—, y no entiendo por qué. ¿Cuál es
el motivo?
—Porque somos de gran corazón, por eso. No se
olvide, de gran corazón. La mujer se alejó en busca
de algún otro.
Recurriendo al poco ánimo que le quedaba, Ettil
comenzó a escribirle a su mujer, moviendo
cuidadosamente la pluma sobre la hoja apoyada en
la pierna.
Querida Tylla…
Pero lo interrumpieron otra vez. Una vieja aniñada,
con una carita llena de arrugas, pálida y redonda,
sacudió una pandereta bajo las narices de Ettil
obligándole a alzar los ojos.
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