Page 93 - El hombre ilustrado - Ray Bradbury
P. 93

Naturalmente que no. Recorremos varios millones


           de  kilómetros  a  través  del  espacio  y  los  señores


           ciudadanos  de  una  ciudad  cualquiera,  de  un

           planeta  totalmente  desconocido,  se  encogen  de


           hombros. —El capitán lanzó un gruñido, y golpeó


           el reloj con la punta de los dedos—. Bueno, les daré


           otros cinco minutos, y entonces…



           —¿Entonces,  qué?  —preguntó  Martin  muy

           cortésmente                   mientras               observaba                 cómo             le


           temblaban los carrillos al capitán.



           —Volaremos  sobre  esta  condenada  ciudad  y  les


           pondremos los pelos de punta. —El capitán habló

           con más calma—: ¿Será posible que no nos hayan


           visto?



           —Nos  han  visto.  Alzaron  las  cabezas  cuando


           pasamos sobre ellos.



           —¿Entonces  por  qué  no  vienen  corriendo  por  el


           campo? ¿Están escondiéndose? ¿Tienen miedo?


           Martin sacudió la cabeza.



           —No.  Tome  mis  anteojos,  capitán.  Mire  usted


           mismo.  La  gente  anda  por  las  calles.  No  están


           asustados. No les importa… nada más.



           El  capitán  Hart  se  llevó  los  lentes  a  los  ojos

           fatigados.  Martin  alzó  la  vista  y  se  entretuvo


           observando  las  líneas  y  los  hoyos  de  irritación,


           cansancio y nerviosidad, que cubrían el rostro de su


           jefe. Hart parecía tener un millón de años. Nunca






                                                                                                           92
   88   89   90   91   92   93   94   95   96   97   98