Page 236 - Arcana Mundi - Elizabeth Bear
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         agachó  y  la  agarró.  Era  lo  bastante  listo  como  para  no

         olvidarse de lo fluido que podía ser el cuerpo de Mangosta,


         que  en  realidad  no  era  más  que  un  compromiso  con  la

         dimensión  en  la  que  él  podía  percibirla,  pero  a  veces  se

         sorprendía de todas formas.



                Y al momento Mangosta dijo «Nagina», y si la coronel

         Sanderson no hubiera estado allí delante, indicándole con


         las cejas que estaba balanceándose al final de una cuerda que

         ella  estaba  dispuesta  a  cortar,  Irizarry  habría  soltado  una

         maldición  en  voz  alta.  A  falta  de  magnapresa  —que  aún


         podía  aparecer  en  cualquier  momento,  no  te  olvides,

         Irizarry—, una ranta reproductora era la peor noticia que

         podían recibir.



                —Su  cheshire  parece  inquieta  —dijo  Sanderson,  sin

         sonar alarmada en absoluto—. ¿Hay algún problema?



                —Está  ansiosa  por  comer.  Y,  eh,  no  le  gustan  los


         extraños.  —Era  tan  verdad  como  cualquier  otra  cosa  que

         pudiese decir sobre Mangosta; los encendidos colores que

         giraban alrededor de sus zarcillos le daban a Irizarry una

         idea de lo que los cromatóforos de Mangosta debían de estar


         haciendo detrás de su cabeza.



                —Ya lo veo —dijo Sanderson—. Cobalto y amarillo, con

         ese patrón punteado, entrando y saliendo de fase, actúa con
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