Page 66 - Arcana Mundi - Elizabeth Bear
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                Él mataría a la bestia por las joyas que albergaba en su

         interior y no sentiría nada. Nilufer se echó de espaldas sobre


         la fría piedra, se apretó contra el bulto resonante y dejó que

         se  le  enroscaran  los  dedos  a  placer.  Sus  uñas  cogieron  y

         trituraron el liquen que crecía en las grietas como pájaros

         nerviosos que se tirasen de las plumas hasta sangrar.



                Temel deslizó una mano delicada bajo el manto de pelo


         de lobo, por su vientre, sobre el monte de su pecho. Nilufer

         abrió los muslos.



                Voló a casa sola, las alas en la ventana y se vistió aprisa.

         Las  acompañantes  seguían  durmiendo,  bajo  el  mismo

         modesto hechizo en el que las había dejado, así que salió a


         buscar a la bruja. Estaba agachada junto al brasero, como

         antes, en el salón vacío. Pero ahora tenía los ojos abiertos,

         muy abiertos, y brillantes.



                La bruja no habló. Eso le correspondía a Nilufer.



                —Ella mató a mi padre —dijo Nilufer—. Traicionó a mi


         padre y a mi hermano y durmió con el kan, así que soy la

         hija del Gran Kan, y lo hizo todo para poder convertirse en

         katún.



                —¿Entonces no te casarás con el khanzadeh, tu hermano?



                Nilufer  sintió  que  se  le  contraía  un  músculo  en  el
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