Page 42 - El Horror De Dunwich - H P Lovecraft
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recobró la conciencia e interrumpió su resuello para
soltar unas cuantas palabras sofocadas a su nieto.
—Más espacio, Willy, más espacio pronto. Tú
creces… y eso crece aún más rápido. Pronto estará
listo para servirte, hijo. Abre las puertas a Yog‐
Sothoth con el largo cántico que encontrarás en la
página 751 de la edición completa, y después incendia
la prisión. El fuego de la Tierra no puede quemarlo.
Era evidente que el viejo Whateley deliraba.
Tras una pausa, durante la cual la bandada de
chotacabras ajustó sus chillidos al ritmo alterado
del moribundo y ciertos resabios de los extraños
ruidos de las colinas llegaban de lejos, el anciano
añadió una o dos frases más.
—Aliméntalo regularmente, Willy, y fíjate
especialmente en la cantidad; no lo dejes crecer
demasiado para el lugar, porque si lo revienta en
pedazos o sale antes de que abramos las puertas a
Yog‐Sothoth, no nos servirá de nada. Sólo los del
más allá pueden hacerlo multiplicarse y trabajar…
Sólo ellos, los Antiguos que quieren regresar…
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