Page 153 - La Era Del Diamante - Neal Stephenson
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oficinas que bordeaban la costa, casas por encima,
cuanto más alto mejor, luego un cinturón de
campos de golf, la tercera parte más alta estaba
reservada para jardines, bosquecillos de bambú, y
otras formas de naturaleza microcontrolada. Al
otro lado había un poco de Indostán. La geotectura
de su isla debía menos al periodo mongol que al
soviético, ya que no se había hecho ningún
esfuerzo por esconder el corazón industrial en un
artificio fractal. Estaba a unos diez kilómetros de
Nueva Chusan, saboteando muchas vistas caras y
sirviendo de inspiración para muchos chistes
racistas. Hackworth nunca hacía ese tipo de chistes
porque estaba mejor informado que la mayoría y
sabía que los indostaneses tenían unas excelentes
probabilidades de derrotar a los Victorianos y
japoneses en China. Eran igual de inteligentes, eran
más y entendían el asunto de los campesinos.
En el punto más alto del arco, Hackworth podía
mirar por encimar del territorio plano de las
afueras de Pudong, hasta el distrito alto de la
metrópolis. Le sorprendió, como siempre, lo
absurdo de la vieja ciudad, la superficie sacrificada,
durante siglos, a diversas manifestaciones del
problema de Mover Cosas. Autopistas, puentes,
vías férreas y las regiones humeantes que las
acompañaban, líneas eléctricas, tuberías,
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