Page 154 - La Era Del Diamante - Neal Stephenson
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facilidades portuarias que iban de sampán‐y‐
basura pasando por estibador‐con‐red‐de‐carga
hasta cargueros, aeropuertos. Hackworth había
disfrutado de San Francisco, y no era inmune a sus
encantos, pero Atlantis/Shanghai le había imbuido
con la sensación de que todas las viejas ciudades
del mundo estaban condenadas, a no ser posi‐
blemente como parques temáticos, y que el futuro
estaba en las nuevas ciudades, construidas sobre
sus cimientos átomo a átomo, con líneas de Toma
tan integradas como los capilares en la carne. Los
viejos vecindarios de Shanghai, sin líneas Toma o
con las Tomas aéreas sostenidas sobre pilotes de
bambú, parecían aterradoramente inertes, como
un adicto al opio en medio de una calle frenética,
arrojando un hilillo de humo entre los dientes,
contemplando algún antiguo sueño que los
ocupados peatones que le rodeaban habían
desterrado a alguna parte poco frecuentada de sus
mentes. Hackworth se dirigía a uno de esos
vecindarios, tan rápido como podía andar.
Si falsificabas directamente de una Toma,
acabaría sabiéndose tarde o temprano, porque
todos los compiladores de materia enviaban
información a la Fuente. Necesitabas tu propia
Fuente privada, desconectada de la red de Tomas,
y eso era algo difícil de fabricar. Pero un
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