Page 189 - La Era Del Diamante - Neal Stephenson
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ojos eran agujeros vacíos, excepto (suponía)
cuando los cerraba. Sólo por probar, hizo un guiño
al mediatrón. Los ʹsitos de los párpados eran tan
densos como las hojas de hierba en un jardín, pero
unidos en acordeón excepto cuando el párpado se
expandía sobre el ojo. Fred Epidermis reconoció el
movimiento y aumentó la imagen tan
violentamente que ella casi se cayó de culo. Pudo
oírle reír.
—Te acostumbrarás, cariño —dijo—. Quédate
quieta mientras compruebo los ʹsitos en los labios.
Se dirigió a los labios, moviéndolos de un lado a
otro, mientras ella los arrugaba y los apretaba.
Agradeció que la drogasen cuando hicieron los
labios; allí había miles de nanositos.
—Parece que aquí tenemos una artista —dijo
Fred Epidermis—. Vamos a probar uno de
nuestros papeles más complicados.
De pronto había una mujer rubia de ojos azules
en el mediatrón, que imitaba perfectamente la
postura de Miranda, y que llevaba el pelo largo, un
suéter blanco con una gran letra F en el medio y
una falda absurdamente corta. Llevaba un par de
cosas peludas. Miranda la reconoció, de viejos
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