Page 81 - La Era Del Diamante - Neal Stephenson
P. 81
tipo de cuerpo no podía falsificarse con ropa
interior, a pesar de lo que decían los anuncios de la
revistas femeninas; los ajustados corpiños de la
moda actual y las telas modernas más delgadas que
una pompa de jabón hacían que todo fuese
evidente. La mayoría de las mujeres que no tenían
una fuerza de voluntad sobrehumana no podía
pasar sin una criada que las ayudase a soportar dos
o tres vigorosos entrenamientos al día. Por tanto,
después de destetar a Fiona y cuando se acercaba
el momento en que Gwen tendría que dejar las
prendas premamá, habían contratado a Tiffany
Sue; otro de esos gastos relacionados con los hijos
que Hackworth no había imaginado hasta que las
facturas habían empezado a llegar. Gwen le
acusaba, medio en broma, de tener sólo ojos para
Tiffany Sue. La acusación era casi una formalidad
estándar en los matrimonios modernos, ya que las
asistentas de las damas solían ser jóvenes, bonitas y
de piel inmaculada. Pero Tiffany Sue era una tete
3
típica, gritona, sin clase y muy maquillada, y
Hackworth no podía soportarla. Si él tenía ojos
para alguien, era para las cariátides que sostenían
las pesas; al menos tenían un gusto impecable.
3 La más humilde de las cuatro clases sociales en que Solón dividió a los hombres libres de Atenas. (N. del T.)
81

