Page 5 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
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de la astronave en el prado. Las llamas desapare‐
cieron entre vaharadas de humo como si la propia
hierba se las hubiera tragado. Al fin, la niebla se
despejó. Y todo quedó en silencio.
Otros muchos humanos desnudos, hombres y
mujeres, vieron también la llegada de la astronave,
pero sólo aquel hombre desnudo supo lo que era.
Sólo él advirtió las líneas características, escuetas y
absolutas, de un artefacto...
Cuando el objeto quedó en reposo y sus fuegos
se hubieron apagado, las personas y las criaturas
retornaron a sus ocupaciones anteriores. Algunas
de ellas, sin embargo, decidieron ocuparse del
nuevo fenómeno, lo que no quiere decir que acu‐
diesen corriendo a inspeccionarlo. Sin duda, su
sentido acabaría por revelarse, aunque de momen‐
to permaneciera sellado para el mundo, un secreto
sin un punto de acceso evidente a primera vista. A
su debido tiempo, un búho sabio (o un jilguero,
que también eran muy hábiles en averiguar cosas)
daría la clave de su significado.
El hombre desnudo creyó ser el único que ha‐
bía visto la verdad del aterrizaje.
Pero había otro hombre, éste vestido, que tam‐
bién vio y comprendió. Con la mano haciendo vise‐
ra sobre los ojos, había salido al balcón de una torre
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