Page 122 - Sumerki - Dmitry Glukhovsky
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de sacar del buzón.
La primera página estaba dedicada en su integridad
al terremoto en Estados Unidos y el Caribe; dos
fotografías, cada una de las cuales ocupaba un cuarto
de página, mostraban las ciudades totalmente
destruidas de Haití y de la República Dominicana. Al
parecer, La Habana también había sufrido serios daños.
Una entrevista con Lidya Knorozova, la nueva
«Miss Universo», ocupaba la segunda página en su
totalidad. En el centro de ésta había una fotografía a
gran tamaño de la muchacha, con una diadema
enjoyada en la cabeza.
Debía de ser una de las reinas de la belleza más
extrañas que hubiera visto en mi vida.
En primer lugar, por su edad. A diferencia de las
muchachas que suelen tomar parte en tales concursos,
había superado con creces la treintena. Su rostro era
innegablemente bello, pero decir que Venus la había
besado en la frente al nacer habría sido una
exageración. Lidya Knorozova convencía más bien por
su encanto, sus labios tiernos y voluminosos, su dulce
sonrisa, las conmovedoras arruguitas que apuntaban en
las comisuras de los párpados. El fotógrafo no se había
tomado la molestia de retocar nada. Era totalmente
distinta de las nínfulas de grandes ojos grises que solían
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