Page 118 - Sumerki - Dmitry Glukhovsky
P. 118
D Dm mi it tr ry y G Gl lu uk kh ho ov vs sk ky y S Su um me er rk ki i ( (C Cr re ep pú ús sc cu ul lo o) )
encontramos en los terrenos de las dachas y de las casas
de pueblo. Mi silueta fluctuante se desdibujaba en esas
aguas espesas y oscuras sobre las que flotaba una
solitaria hoja de arce, y los ojos que me miraban me
hablaron de cansancio e indiferencia. No, no era el fin
del mundo. El capítulo siguiente tardaría algún tiempo.
Mejor para mí. Así, por lo menos, podría dormir.
Llegué a casa derrengado, pero mi fatiga era
pegajosa como un caramelo de elaboración casera y
tenía el correspondiente sabor entre dulce y amargo.
Me metí bajo el edredón y agarré el libro sobre los
mayas recién comprado, pero no conseguí abrirlo. Mis
pensamientos se confundían, se mezclaban con
imágenes que se superponían las unas a las otras,
esbozos de mi fantasía, y al cabo de unos segundos el
sueño me arrastró en su torbellino.
Aquella noche soñé de nuevo con mi perro, y
recuerdo que me alegré mucho por ello, incluso
mientras aún soñaba. Resultó que en la cocina de mi
piso había una portezuela tras la cual se escondía una
cámara. Mi perro había vivido tras la portezuela
durante todo el tiempo en que lo había dado por
muerto. Durante mi sueño, empezó a arañar la
portezuela para que lo dejara salir, y en cuanto la abrí
me lamió todo el cuerpo de pura alegría, sobre todo la
nariz y las orejas. Y al instante, por supuesto, me pidió
Página 118

