Page 243 - Sumerki - Dmitry Glukhovsky
P. 243
D Dm mi it tr ry y G Gl lu uk kh ho ov vs sk ky y S Su um me er rk ki i ( (C Cr re ep pú ús sc cu ul lo o) )
Solían hacerlo. Siempre fui un niño tranquilo,
autosuficiente y fiable, no autista, desde luego, pero sí
lo bastante independiente como para que papá y mamá
no padecieran remordimientos de conciencia ni
tuvieran que preocuparse. El niño se comportaba como
si fuera mayor, no haría nunca ninguna trastada, sólo
jugaba con sus piezas de construcción o leía un libro. En
resumen: un ángel, en evidente contraste con el golfillo
de los vecinos. Respecto a los adultos desconocidos que
pudieran llamar a nuestra puerta, tenía instrucciones
precisas. Si veía a un extraño por la mirilla, estaba
estrictamente prohibido abrir. No importaba que fueran
agentes de policía, bomberos, fontaneros... —no
importaba su aspecto, ni lo que me dijeran—, no debía
preguntarles por su nombre, igual que no podía
dirigirme a desconocidos por la calle ni responder a sus
preguntas. Y yo estaba convencido de que ese código de
conducta tan sencillo me protegería de todos los
peligros.
Si se daba un caso extremo, me quedaba junto al
teléfono de la habitación de mis padres, sobre el que
estaba apuntado el número de la comisaría más
cercana. Pero nunca tuve que emplearlo.
En la noche de la que ahora voy a hablar sucedió un
imprevisto. Empezaba a oscurecer, y creo que había ido
a la cocina para prepararme una tostada de pan de
Página 243

