Page 240 - Sumerki - Dmitry Glukhovsky
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Me quedé unos instantes sentado, como si estuviera
tullido, sorprendido por el inexplicable suceso. Al
estruendo le siguió un silencio ensordecedor. Me
esforcé por todos los medios en convencerme de que
me había imaginado los golpes a la puerta, o que, por lo
menos, no había sido mi puerta, sino la del vecino.
Tres nuevos golpes, claramente diferenciados,
sonaron en mi puerta. Sí, en la mía. De pronto, salí de
mi estupor y, por puro instinto, escondí las páginas de
la crónica bajo el montón de folios para la máquina de
escribir. Luego me levanté con dificultad y di un primer
paso, un paso inseguro. El camino hasta la puerta se me
hizo difícil. Parecía, de repente, que el aire estuviera
más cargado, y al mismo tiempo impregnado de
angustia. Era como si un muro de agua se hubiera
interpuesto en mi camino, y que incluso pretendiera
hacerme retroceder.
Cuando por fin estuve frente a la puerta, en un
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