Page 242 - Sumerki - Dmitry Glukhovsky
P. 242

D Dm mi it tr ry y   G Gl lu uk kh ho ov vs sk ky y                                                                                                                              S Su um me er rk ki i   ( (C Cr re ep pú ús sc cu ul lo o) )


           que no se hallaran muy lejos de la entrada de mi casa.

           ¡Qué  raro!  En  nuestro  patio  no  habían  entrado  nunca

           perros vagabundos. Y a nadie se le habría ocurrido salir


           a pasear de noche con el perro. Y, por otra parte, aun

           cuando  así  fuera,  un  perro  no  se  pone  nunca  a  aullar


           mientras su dueño lo saca de paseo. En mi vida había

           oído  nada  semejante...  Todas  las  ideas  posibles  me

           pasaron  por  la  cabeza,  pero  el  pensamiento  de  estar


           agazapado  tras  la  puerta  de  mi  propio  piso  y  de  que

           había  alguien  que  me  esperaba  afuera...  ese


           pensamiento lo reprimí en la medida de lo posible.


                  Al  final,  no  fue  el  coraje  lo  que  me  sacó  de  mi

           apuro, sino la vergüenza. Vergüenza por la ridiculez de

           mi  situación.  Por  jugar  a  un  juego  desconocido,  de


           acuerdo  con  reglas  extrañas  que  me  habían  sido

           impuestas.  Porque  mis  adversarios  en  el  juego  me

           habían hecho olvidar que nada de todo eso iba en serio.


           Se  trataba  únicamente  de  una  broma  de  mal  gusto,  y

           nada más. Por Dios bendito, ¿por qué me arrastraba por


           el  parqué?  ¿Por  qué  me  escondía  de  mis  propias

           angustias como un niño de seis años?








                  Tenía  seis  años  cuando  me  sucedió  una  historia


           extraña.  Mis  padres  me  habían  dejado  solo  en  casa.



                                                        Página 242
   237   238   239   240   241   242   243   244   245   246   247