Page 717 - La Patrulla Del Tiempo - Poul Anderson
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el rey lo requería. Lo que Ermanarico había reunido eran

           guerreros de profesión; cualquiera de ellos podía tener


           una  granja,  un  barco  o  algo  similar,  pero  ante  todo  y

           primero  era  un  guerrero.  Habían  sido  entrenados  para

           atacar junto con sus compañeros.



                 Los  soldados  del  rey  cogieron  los  caballetes  y  las


           tablas que habían sostenido y los usaron para defenderse.

           Los que tenían hachas y se habían retirado del exterior

           cortaron  garrotes  para  sus  compañeros  de  los

           revestimientos  y  pilares.  Además,  un  cuchillo,  una


           cornamenta cogida de la pared, el extremo de un cuerno

           para beber, una copa romana rota o una tea eran armas

           mortales.  A  medida  que  el  combate  era  cada  vez  más


           cercano  —carne  contra  carne,  amigo  en  el  paso  de  un

           amigo,  empujando,  tropezando,  llenos  de  sangre  y

           sudor—  las  espadas  y  las  hachas  resultaban  cada  vez


           menos útiles. Las lanzas y los palos eran inútiles, a no ser

           para los guardias que, desde su posición sobre los bancos

           junto a la silla alta, podían atacar desde arriba.



                 De esa forma la lucha se convirtió en desordenada,

           ciega, tan furibunda como el Lobo desatado.



                 Pero  aun  así,  Hathawulf,  Solbern  y  sus  mejores


           hombres se abrieron paso, empujando, atacando, talando,

           cortando,  clavando  entre  gritos  y  rugidos,  golpes  y

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