Page 784 - La Patrulla Del Tiempo - Poul Anderson
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ataques de silencio. Los demás se habían acostumbrado a
ellos. Era suficiente con que fuese el hombre de confianza
de Wael‐Edh y, por derecho propio, un jefe sagaz y
rápido. Era esbelto, de rasgos delgados, con entradas
blancas en su pelo negro y la barba bien afeitada.
Cuando los huesos fueron depositados en el
estercolero y el fuego ardía bajo, en nombre de todos
deseó buenas noches a los dioses. Los hombres buscaron
hospedaje cerca, donde podrían descansar antes del
regreso por la mañana. Heidhin tomó un camino
diferente. Su antorcha lo guió por un oscuro sendero
hasta que salió de los árboles a un amplio claro, donde la
dejó caer para que muriese. Allí la luna corría sobre los
montes al oeste, por entre el viento y las nubes
fantasmagóricas.
Frente a él había una casa. La escarcha relucía sobre
el tejado de paja. En su interior sabía que los parientes
dormían en una pared, la gente común en la otra,
entremezclados con sus posesiones y herramientas, como
en cualquier otro sitio; pero éstos servían a Wael‐Edh. Su
torre se alzaba más allá, de madera dura, sujetada con
hierro, levantada para que ella pudiese estar a solas con
su sueño. Heidhin siguió caminando.
Un hombre le interceptó el paso, con la lanza
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