Page 818 - La Patrulla Del Tiempo - Poul Anderson
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                 El viento soplaba sin piedad, llevando frente a él las


           nubes  como  si  fuesen  humo.  Salpicaduras  de  lluvia

           volaban inclinadas más allá de las ramas inquietas. Los

           cascos hacían saltar los charcos en los caminos que los

           caballos  recorrían  con  la  cabeza  gacha.  Saeferth  iba


           delante y Hnaef al final, guiando los animales de refresco.

           Entre  ambos,  inclinado  por  la  capa  mojada,  estaba  el

           romano. Con gestos e indicaciones, cuando se detenían a


           comer  o  descansar,  el  bátavo  había  descubierto  que  su

           nombre era Luperco.



                 Más allá de una curva apareció un grupo de cinco,

           seguramente  brúcteros,  porque  los  viajeros  habían

           llegado a sus tierras. Pero sin embargo, se encontraban


           todavía en la zona que a las tribus germánicas les gustaba

           tener a su alrededor, donde no vivía nadie. El que estaba

           al  frente  era  siniestro  como  un  hurón,  negro  como  un


           cuervo excepto allí donde los años habían tejido blanco

           en su pelo y su barba. Con la mano derecha sostenía una

           lanza.



                 —¡Alto! —gritó.



                 Saeferth obedeció.

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