Page 821 - La Patrulla Del Tiempo - Poul Anderson
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que podría ser algo para sus propios dioses.
Heidhin miró al cielo.
—Padre Woen, guerrero Tiw, Donar del trueno,
escuchadme —dijo lentamente y con gravedad—. Recibid
esta ofrenda como lo que es, el regalo de Nerha para
vosotros. Sabed que no fue nunca vuestra enemiga ni
ladrona de vuestro honor. Si recientemente los hombres
os han dado menos que antes, lo que ella recibía fue
siempre en nombre de todos los dioses. ¡Poneos de su
lado, poderosos, y concedednos la victoria!
Saeferth y Hnaef agarraron los brazos de Luperco.
Heidhin se acercó. Con la punta de la lanza marcó en la
frente del romano la marca del martillo; en su pecho,
rasgando la túnica, grabó la esvástica. La sangre surgía
roja bajo el aire gris. Luperco se mantuvo en silencio. Lo
llevaron hasta un fresno elegido por Heidhin, pasaron la
cuerda por una rama y le pusieron el lazo al cuello.
—Oh, Julia —dijo en voz baja.
Dos de los hombres de Heidhin lo levantaron
mientras los demás golpeaban las espadas contra los
escudos y rugían.
Pataleó en el aire hasta que Heidhin le clavó la lanza,
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