Page 882 - La Patrulla Del Tiempo - Poul Anderson
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dioses acordaron una tregua, intercambiaron rehenes y

           celebraron un consejo.




                 En  la  paz  que  pactaron,  se  repartieron  el  mundo.

           Celebraron bodas, Anse con Wane —padre con madre,

           hechicero con esposa— y Wane con Anse —cazadora con

           artesano, bruja con guerrero—. Por él a quien colgaron,


           por  ella  a  quien  ahogaron,  y  por  su  propia  sangre

           entremezclada juraron fe, que duraría hasta el día del fin

           del mundo.



                 Luego  elevaron  murallas  para  su  defensa  —una


           empalizada de madera al norte, piedras apiladas hasta lo

           alto en el sur— y  se  dispusieron a  dominar sobre  esas

           cosas que están bajo la ley.



                 Pero  uno  entre  los  Anses,  Leokaz  el  Ladrón,  medio

           eotan,  estaba  incómodo.  Sentía  nostalgia  de  los  viejos


           tiempos salvajes y consideraba que se le daba poco valor.

           Finalmente se fue sin decírselo a nadie. Por el sur llegó

           hasta la pared de piedra. En la puerta lanzó un hechizo


           de sueño sobre el guardián, cogió la llave de su escondite

           y pasó a la Tierra de Hierro. Allí negoció con sus señores.

           Cuando le dieron la lanza de La Perdición del Verano, él

           les entregó la llave.



                 De  esta  forma  consiguieron  los  Señores  de  Hierro



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