Page 878 - La Patrulla Del Tiempo - Poul Anderson
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reconoció al hombre que la había acompañado y que
permanecía a su lado, oscuro, saturnino, vestido de forma
sombría. Heidhin. Claro. Diez años más joven que cuando le
vi por primera vez. No aparenta serlos, mejor dicho: ya parece
tan vicio como entonces.
Edh habló. No hizo ningún gesto, mantuvo las manos
en el regazo y su voz de contralto, ronca, no subió de tono.
Pero atraía la atención y era como el acero, como los
vientos del invierno.
—Oídme y prestadme atención —dijo, con los ojos
enfocados más allá de ellos hacia el lucero de la mañana—
, de alta o de baja cuna, todavía con fuerzas o ya en
declive, condenados a la muerte y afrontando lo
sobrenatural con valor o sin él. Os pido que escuchéis.
Cuando la vida se pierde, sólo queda, para vosotros y
vuestros hijos, lo que de vosotros se dice. Las actos de
valor nunca mueren, sino que permanecen por siempre
en la mente de los hombres… ¡la noche y la nada para los
nombres de los cobardes! Los dioses no darán don alguno
a los traidores, sólo furia a los apáticos. El que tema luchar
perderá su libertad, se agachará y se arrastrará para
conseguir pan mohoso, sus hijos serán atados con
cadenas y vergüenza. Sus mujeres llorarán arrojadas
indefensas a la prostitución. Esas desgracias son suyas.
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