Page 978 - La Patrulla Del Tiempo - Poul Anderson
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—Pero… tú… qué…
—Sígueme, Heidhin. Han sucedido cosas
prodigiosas. Vosotros esperad. —Wael‐Edh se dio la
vuelta y volvió a salir.
Como un sonámbulo, Heidhin fue tras ella. En la
entrada, su mano, por voluntad propia, cogió una lanza
de entre las armas que estaban apoyadas contra la pared.
Los dos se internaron en la oscuridad. Temblando, un
hombre fue a cerrar la puerta.
—No, no la atranques —le dijo Burhmund—.
Esperaremos como nos ha dicho hasta que regrese ella o
la mañana.
Las primeras estrellas parpadeaban débiles. Los
edificios se acurrucaban sin forma. Edh abría el camino
desde el patio hasta las tierras de fuera. La hierba
marchita y los charcos agitados por el viento se perdieron
en la oscuridad. Cerca del limite de visión se encontraba
el gran roble donde Heidhin hacía ofrendas a los Anses.
De detrás de él salía una intensa luz blanca. Heidhin se
detuvo de pronto. Hizo un ruido gutural.
—Esta noche debes tener valor —dijo Edh—. Allí está
la diosa.
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