Page 987 - La Patrulla Del Tiempo - Poul Anderson
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las faldas, capas, botas y toda la ropa colgaba gastada y
sucia. Las plumas de los cascos de los oficiales tenían
colores apagados.
Burhmund soltó las riendas, desmontó y pasó al
puente. Las botas sonaban a hueco sobre la madera. Vio
que Cerial ya se encontraba en su lugar. Eso era una
muestra de amabilidad, cuando era Burhmund quien
había solicitado una negociación… aunque no significaba
mucho, porque siempre había estado claro que la habría.
Al final de su sección, Burhmund se detuvo. Los dos
hombres corpulentos se miraron a través de cuatro
metros de aire invernal. El río borboteaba de camino al
mar.
El romano separó los brazos y levantó la mano
derecha.
—Saludos, Civilis —lo saludó. Acostumbrado como
estaba a dirigirse a la tropa, su voz salvó con facilidad la
distancia.
—Saludos, Cerial —respondió Burhmund de forma
similar.
—Discutiremos los términos —dijo Cerial—. Eso será
difícil con un traidor.
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