Page 202 - El largo viaje a un pequeño planeta iracundo - Becky Chambers
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mientras que un aeluón la vería como alguien
bastante anticuada para su edad (y quizá un poco
tonta). Tras acomodarse en la habitación, Pei
golpearía en la pared adyacente. Ashby se aseguraría
de que el pasillo estaba vacío, y entonces dejaría su
habitación. Tras aquello, tenían vía libre.
Un largo teatrillo que tenían que interpretar solo para
verse, pero necesario. Por abiertos y generosos que
fueran los aeluones con sus vecinos galácticos, el sexo
entre especies seguía siendo un tabú generalizado.
Ashby no comprendía la lógica tras aquello (no era
para nada un problema para la mayoría de humanos,
por lo menos con especies bípedas) pero sí entendía el
peligro para Pei. Un aeluón podía perder familia y
amigos por tener una relación alienígena. Podía
perder su trabajo, especialmente si se trataba de un
contrato con el gobierno. Y para alguien como Pei,
que se enorgullecía de trabajar duro y poseer unas
habilidades extremadamente pulidas, una vergüenza
así causaría un daño profundo.
«Ashby, céntrate. Los Gorras Blancas. Los Mazos.
Los… ¿los Halcones? No, no han llegado a un partido
de semifinales desde que eras tripulante en la
Portamanecer. ¿Y qué hay de…? Vaya, estrellas,
Ashby. Vamos. Balón acuático.»
Junto a las distracciones emocionales que trataba de
controlar, Ashby estaba metido en una batalla de
voluntades, una pelea entre cerebro y biología. Sabía
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