Page 204 - El largo viaje a un pequeño planeta iracundo - Becky Chambers
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calientes para los baños gélidos que preferían los
aeluones, raspadores de piel y cremas corporales para
harmagianos, una modesta pero colorida selección de
jabones y champús humanos, y docenas de jarras,
botellas y latas más que Rosemary no pudo
identificar. Las especies sapientes de la galaxia
podían encontrar muchos productos culturales
comunes, pero pocos temas eran tan polémicos como
la forma adecuada de mantenerse limpios.
El harmagiano (un macho, adivinó Rosemary por el
color de los topos en su espalda) se aproximó veloz en
su carrito cuando las tres se acercaron.
—Buen día tengáis, queridas clientes —anunció
enroscando los zarcillos de la barbilla con alegría—.
¿Habéis acudido a echar un vistazo o tenéis algo
concreto en mente? —Los dáctilos en la punta de los
tres tentáculos frontales se abrieron en un gesto
servicial. Era mayor, y la piel amarillo pálido que le
cubría el cuerpo amorfo carecía de la humedad de la
juventud.
Rosemary había conocido antes a harmagianos (su
profesor de hanto, por ejemplo, y varios de los
invitados habituales a cenas de su padre), pero
siempre había tenido problemas para reconciliar su
apariencia con su historia. La persona ante ella era,
como todos los de su especie, una especie de masa
amorfa parecida a un molusco que no se podía mover
demasiado deprisa sin su carrito. No tenía dientes ni
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