Page 236 - El largo viaje a un pequeño planeta iracundo - Becky Chambers
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de torbellinos de polvo, y para un observador
ordinario, parecería como si no hicieran nada más que
dibujar rastros en aquel con brazos parecidos a
peines. Pero si Ohan contemplaban con la mente, si lo
mapeaban todo con los números y las nociones
adecuadas, el espacio exterior se convertía en un
lugar majestuoso y violento. Alrededor de los brazos
de los drones, energía pura se revolvía y hervía, como
un mar azotado que agita la espuma. Zarcillos de
aquella cosa se enredaban en los peines y se retorcían
y enroscaban al mismo tiempo que se recolectaban en
los contenedores de almacenaje. O eso imaginaban
Ohan. Se acercaron a la ventana, maravillados ante la
tormenta que tenían a la vista. Y de nuevo pensaron
en lo que verían sus compañeros de tripulación: un
pedazo de espacio vacío, más negro que el negro, y
pequeños drones que recogían cargamentos
invisibles.
«Qué tranquilo debe de parecerles el universo —
pensaron Ohan—. Qué silencioso.»
Aquel cargamento invisible era lo que su capitán
había venido a comprar. Era muy probable que Ashby
estuviera regateando el precio de las ambicélulas en
aquel mismo instante. El ambi puro, aquello que
Ohan habían visionado retorciéndose entre los peines
de los drones, era difícil de recolectar. El ambi se
podía encontrar en cualquier parte y en todo, pero el
modo en que se hilaba alrededor de materia ordinaria
hacía que extraerlo fuera una tarea problemática. Con
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