Page 312 - El largo viaje a un pequeño planeta iracundo - Becky Chambers
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tec en las cercanías se enfadaría bastante, pero era un
precio razonable por seguir con vida (los críos solían
aprovecharse de la palabra de seguridad «caigo»; la
repentina inversión de la gravedad en un pasillo
atestado o en un aula les parecía el culmen del
humor). Pero en la superficie planetaria no había red
artigravitatoria. Incluso una caída de pocos metros
podía significar la muerte en caso de caer mal. A
Ashby no le gustaba en absoluto la gravedad que no
se podía desconectar.
Al doblar un recodo del camino, apareció una casa
construida en un terreno elevado plano. Una alta
valla de placas de metal lo rodeaba todo menos el
saliente, protegiendo el edificio. El esquife cruzó por
una puerta automática, y la casa quedó por completo
a la vista. Había sido construida, en parte, usando una
pequeña nave de carga varada para siempre. Tenía
adherido un tosco anexo que semejaba un brote
bulboso desplegándose de una semilla horrenda. Una
antena receptora estaba adosada a la azotea, junto a
una luz parpadeante destinada a alejar a los vehículos
voladores. A una distancia segura de la vivienda, dos
drones de correo descansaban en la plataforma de
despegue. El lugar tenía un aire a fortaleza industrial,
pero había algo atractivo en su factura artesana
humana.
—Hogar dulce hogar —dijo Oso al aparcar junto a
otro esquife—. Vamos dentro. Ah, os podéis retirar
las máscaras aquí fuera. Tenemos un escudo que lo
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