Page 311 - El largo viaje a un pequeño planeta iracundo - Becky Chambers
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Algunas suculentas tenaces sobresalían aquí y allá,
pero Ashby no vio señales de cultivos; es más, no
había fuentes de agua. Tenía que haber agua en algún
lugar. Una gravedad aceptable y una atmósfera
tolerable no eran suficientes para sostener una
colonia, no a menos que se tuvieran recursos para
importar agua extraplanetaria. Por lo poco que había
visto, no creía que a las personas de Grillo les fuera
tan bien.
A lo lejos, algo se escabulló por una grieta del suelo.
El esquife se movía demasiado rápido para que
Ashby pudiera ver con claridad, pero fuera lo que
fuese era enorme, del tamaño de un perro grande.
Quizá el lanzacohetes de Oso no era solo de adorno.
El esquife siguió un camino lleno de curvas que subía
por una colina. La carretera tenía la amplitud
suficiente para el vehículo, pero por los pelos. Ashby
miró por el borde y se arrepintió al instante. Como
muchos espaciales veteranos, a Ashby no le gustaban
mucho las alturas en tierra. Mirar hacia abajo a un
planeta, estando en órbita, no era problema, porque
ahí fuera, caer significaba flotar. En caso de caer una
gran distancia dentro de una nave (digamos, en el
pozo del motor de una gran nave nodriza), da tiempo
a gritar la palabra «¡Caigo!», lo que haría que la IA
local apagase la red artigravitatoria adyacente. El
descenso cesaría al momento y uno podría flotar hasta
la barandilla más cercana. Cualquiera que estuviera
bebiendo mek o trabajando con pequeñas piezas de
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