Page 36 - El largo viaje a un pequeño planeta iracundo - Becky Chambers
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AIRE, TONTA» y «COME». Sobre la nariz chata
llevaba ajustado un curioso juego de lentes ópticas.
En vez de solo una lente por ojo, había no menos de
media docena de accesorios soldados en soportes con
bisagras. Algunos sobresalían y ampliaban, en otros
parpadeaban diminutos paneles digitales. Parecía
algo hecho a mano. En cuanto a la mujer, su piel de
un tono oliváceo oscuro parecía que había pasado
mucho tiempo tomando el sol, pero sus rasgos poco
definidos eran sin duda alguna exodanos. Rosemary
pensó que lo más probable es que hubiera crecido en
una colonia extrasolar; «fuera del sol», como dirían en
Marte.
El hombre, por otro lado, no era tan fácil de catalogar,
aunque parecía humano en la mayoría de los detalles.
Los rasgos faciales mezclados, la estructura corporal,
las extremidades y dedos, todo era familiar. Su color
cobrizo era incluso parecido al de Rosemary, aunque
varios tonos más oscuro. Pero mientras que su cabeza
tenía el tamaño corriente, el resto era pequeño, tan
pequeño como un niño. También era fornido, como si
las extremidades se le hubieran rellenado al tiempo
que se negaban a estirarse. Era tan pequeño que
encajaba sobre los hombros de la mujer, que era justo
donde estaba en aquel instante. Como si su físico no
fuera ya bastante digno de mención, se había aplicado
sobremanera a engalanarse. Se había afeitado los
lados de la cabeza, y un mechón de rizos brotaba de
la cima de su cuero cabelludo. Llevaba las orejas
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